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Sin vanas ilusiones, sólo compartiendo

El Gen Verde habla de su vida un año después de la pandemia

Suspender una gira al poco de empezarla, encontrar la manera de regresar a Italia desde España con los camiones y todo el instrumental, entender cómo abordar la cuarentena una vez de vuelta a casa y cómo continuar con el trabajo. Intentemos rebobinar, como si fuera una película, y veremos que estos eran, hace un año, los retos que afrontaba el Gen Verde.
En medio del dolor, las incertidumbres, los miedos y los desasosiegos, siempre hubo una gran esperanza, y nunca faltó la fe en Dios Amor: «Hoy hace exactamente un año», recuerda Annalisa, «salíamos de Barcelona a bordo de un barco. Una solución que se encontró, para volver a Loppiano donde vivimos, en tan sólo 24 horas. Cómo olvidar esas miradas entre nosotras que hablaban de cansancio, aprensión e incredulidad; y después, a cada momento, mensajes de amigos que no estaban bien, de nuestras familias repartidas por el mundo sin la atención sanitaria necesaria para hacer frente a la pandemia. En fin, todo parecía derrumbarse y los programas que habíamos hecho durante meses o años se desmoronaban rápidamente.

La historia del Gen Verde es la historia de muchos de nosotros, de todos aquellos que tuvieron que detenerse ante una pandemia jamás vivida, intentando empezar de nuevo en cada momento, quizás después de haber luchado contra el Covid-19 o de ni siquiera haber podido despedirse de un ser querido: “Pensando en los muchos amigos que nos escribían” -dice Marita- «y algunos que nos decían que se sentían muy solos, todo volvió a tener sentido… estar en casa fue la ocasión para encontrar virtualmente a personas del mundo entero, jóvenes y adultos, para lanzar a todos una semilla de esperanza a pesar de la infinidad de desafíos tecnológicos». Sin vanas ilusiones, sino compartiendo: «Con un teléfono móvil o una tablet -explica Sally- nos acercamos a quien estaba enfermo o a quien respiraba con dificultad o dimos ánimo a algunos de los jóvenes aislados en casa durante meses, sin posibilidad de reunirse con amigos y familiares.
Transcurre así un año diferente al habitual -sin los numerosos conciertos en vivo- pero repleto de encuentros y citas que día a día enriquecieron el calendario del Gen Verde: «Podemos decir» -afirma Mileni- «que el mundo vino a nuestra casa y entramos al juego con nuestros talentos, pero también contando nuestras historias…Un ejemplo: trabajamos duro en la creación de varios tutoriales. Yo, para enseñar a tocar a la guitarra una de nuestras canciones que más gustan mientras que Raiveth, junto con las demás, enseñaron algunos pasos de una coreografía. Por no hablar de las nuevas canciones que nacieron y de las que están en proyecto». Un año, por tanto, para reinventarse o para dar espacio a la creatividad, como en el caso de Alessandra que, en plena primera ola de la pandemia, compuso un monólogo que resume bien el estado de ánimo que vivían muchos italianos en aquel periodo y que, por desgracia, sigue más actual que nunca.
En definitiva, un año difícil, pero a la vez sorprendente: «Nunca antes hubiéramos imaginado –habla Colomba- hacer un concierto de Navidad en directo por Youtube, con traducción simultánea a varios idiomas, que hasta la fecha ha recibido casi 70 mil visualizaciones… para nosotras fue una ocasión especial para dar testimonio de que la fraternidad universal es posible incluso en plena pandemia».

¿Y después de un año? Los conciertos por el mundo siguen suspendidos y aplazados a nuevas fechas y el Gen Verde no sabe cuándo podrá volver a los escenarios; sin embargo, éste sigue siendo un tiempo valiosísimo para cuestionarse, formarse y crear algo nuevo: «Os podemos desvelar -dice Adriana- que estamos trabajando en el lanzamiento de nuestra nueva página web, al igual que hemos enfocado nuestra postura en las distintas redes sociales… en fin, para la comunicación éste es un momento casi profético».

Además, la pandemia no ha terminado y en algunos países la llegada de la vacuna parece pura utopía: «Vemos fundamental» -explica Nancy- «estar cerca de las personas más frágiles y que más sufren en estos momentos ya sea con una canción, un mensaje o una llamada telefónica… todas las que formamos parte del Gen Verde queremos cuidar a todos los que están cerca de nosotras sin importar los kilómetros que nos separen». Este último año hemos aprendido el verdadero significado de la palabra proximidad, es decir, estar cerca de alguien no sólo con los brazos, sino también con el corazón y la mente”. Un reto más actual que nunca y que no deja lugar a ninguna vana ilusión, sino que pide un compartir sin límites.

Tiziana Nicastro

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